lunes, 24 de marzo de 2014

Reflexión del Carpe Diem.

    Hace unos meses decidí empezar una 'Lista de 100 cosas que hacer antes de morir'. Me pareció una excelente idea en ese momento. 100 inolvidables momentos. 100 historias que contar a familiares, amigos, o 100 historias que escribir en un blog para que mucha gente pudiera disfrutarlas conmigo.

    Unos meses después he descubirto la estúpidez del invento. No podemos planear las experiencias que marcarán las mejores historias de nuestras vidas. Las mejores historias llegan solas. Sin planearlas en absoluto. Podemos decidir tirarnos un día desde un paracaídas y, por supuesto, será una buena historia que contar. Pero no podemos elegir que una pelicula nos haga llorar, que nuestro sobrino o sobrina venga corriendo a darnos un abrazo sin motivo alguno. No podemos elegir un primer beso, un primer amor, la primera vez que vemos el mar o encontramos una forma preciosa en una nube, o las lágrimas de tu abuela cuando te ve graduarte. No se elige nada de eso. Esas cosas surgen, nacen y mueren en un momento totalmente impredecible. Esas cosas hacer que vivir tenga sentido. 


    Con esta entrada solo quiero hacer reflexionar a las personas con 'Listas de cosas maravillosas que voy a hacer'. Si verdaderamente fueran tan maravillosas no podrías planearlas, te lo digo yo, que aún no he montado en góndola, ni he nadado con tiburones, ni me he casado en las vegas. Y aún así, tengo mil historias que contar.



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